
El primer lugar, sabemos que el cuerpo humano tiene una parte espiritual y mental cuyos límites son indefinidos, a diferencia del cuerpo físico que tiene elementos sólidos, líquidos y gaseosos.
El aura puede ser detectada por una persona con capacidad clarividente. Siendo el aura una atmósfera inmaterial, para detectarla hay que adquirir la capacidad y desarrollarla. Hay que comenzar por hacer un simple ejercicio de concentración e ir perfeccionando la técnica.
Observa el entorno durante unos minutos, cierra los ojos e intenta visualizar lo que hay a tu alrededor, con formas y colores. Realiza este ejercicio de visualización con distintos objetos, hasta lograr ver más allá del objeto en sí.
Los colores del aura, adquieren un significado especial y se los asocia alas facultades del alma. Cada color de aura se le relaciona a emociones específicas.
Están los colores cálidos, activos e intensos, como el rojo, el amarillo, el anaranjado, con sus matices más o menos fuertes.
Está el blanco, el color de la sencillez y la claridad. Y están los colores fríos, pasivos y debilitantes, como el azul, el violeta, el negro, con sus diversos matices. Y en el medio está el verde,que significa el equilibrio y a la armonía.
El conjunto de colores definidos es muy amplio. Se suele asociar el color azul al pensamiento y a la calma así como el color amarillo a la intuición y a la actitud positiva. El rojo es el color de los sentidos ardientes y vivos, transmite fuerza y acción. El color oro corresponde al Sol y el color plateado corresponde a la Luna.