
El Dios y la Diosa son polaridades que se complementan. Se pueden simbolizar como el Sol y la Luna respectivamente que se va a manifestar de manera personal en quien lo invoca en el ritual.
El elemento fuego se considera masculino, activo y creador, como un símbolo de transformación y regeneración, origen de todas las cosas. El elemento tierra se considera de carácter femenino, pasivo y receptivo, fértil y próspero.
El elemento aire se considera activo, masculino y creador, fundamento y hálito vital, viaje astral. El elemento agua se considera pasivo, femenino y receptivo, mediador entre formas en desaparición y formas en creación, alumbramiento y purificación.
El elemento fuego, temperatura que lleva a cabo las transformaciones de la materia, el elemento tierra, sólido, el elemento aire, gaseoso, y el elemento agua, líquido, se constituyen en los puntos materiales de la existencia material y modelo de las condiciones de la vida espiritual.