Deberíamos empezar preguntándonos en qué consiste querer lograr un ritual. A grandes rasgos podemos aproximar una respuesta. Cuando nos decidimos o lanzamos a intentar lograr un hechizo, es porque queremos alcanzar algo que de otra manera nos parece imposible lograr. Por lo tanto, nos disponemos a realizar una práctica que nos habilitará para conseguir ciertos efectos que exceden aquellos poderes que por naturaleza tenemos las personas.
Para lograr un hechizo o ritual, empieza por anhelar un propósito con firmeza y llevar a cabo lo necesario para poder alcanzarlo. ¿En qué consiste llevar a cabo lo necesario para lograr un hechizo? Pes es tan sencillo como convocar la intervención de las fuerzas superiores a través de uno o de varios rituales o gestos simbólicos.
Un ritual consiste en una ceremonia precisa, que está dirigida a la meta u objetivo que nos proponemos. Ahora bien, alguien puede pensar que estamos hablando de hacer una brujería y con ello asustarse un poco. Ya el solo hecho de pensar en las brujas provoca cierto temor. ¿Y qué tiene de malo realizar una brujería? Para ser sinceros, absolutamente nada. Una brujería no es algo malo en sí mismo, quien hacemos que la brujería sea mala, somos nosotros intentando ir contra el destino, es por este motivo que en Tarot telefónico tu guía espiritual, solamente trabajamos magia blanca.
Lo que pasa es que al término «brujería» se lo suele asociar a operaciones diabólicas. Nada que ver, aquí no hay ningún pacto con el diablo ni nada que se le parezca. (EN MAGIA BLANCA)
Por más sorprendentes que resulten los poderes que se adquieren, si se analizan bien, verás que parten de tu propia energía.
En realidad la brujería consiste en una habilidad o en una capacidad para poder utilizar de manera consciente la energía para realizar los cambios que
se desean.
Y todos los seres humanos poseen esa energía por ser parte del todo energético universal, aunque no todos los seres humanos aprenden a utilizar dicha energía. A través de actos que pueden considerarse como mágicos se puede orientar esa energía y afectar las cosas de manera positiva.
No se trata de intervenir en la voluntad de otra persona sino de provocar los cambios que se desean, que no se pueden lograr sin dominar la concentración.
El ritual que se practica no es otra cosa que una específica manera de concentración, a la vez que de meditación y de adoración. Desarrollar el
poder interior es lo que conducirá a alcanzar el deseo vehemente que se tiene. ¿Y en qué consiste un deseo?. El deseo no es otra cosa que un movimiento del alma que aspira a la posesión o apoderamiento de alguna cosa o persona.
Para entrar en el tema, vamos a hacer una historia sintética de lo que es la brujería. Nos referiremos a la hechicería de fines positivos.
Como expresa muy claramente la religión no dogmática que se conoce con el nombre de wicca: Haz lo que quieras, con tal de que no hagas daño a nadie.
Aludiremos al desarrollo del poder interior, para sacar esa energía que nos es propia, para que nos permita realizar los cambios que deseamos.
Los hechizos se lograrán con las propias fuerzas y, a la vez, con la intervención de las fuerzas sobrenaturales que convoquemos para el ritual. El Dios, la Diosa y todo lo que han creado, serán motivo de adoración y celebración.
Para ello, los rituales o gestos simbólicos constituirán el nexo necesario. Como ayuda para hacer el ritual, recurriremos a determinados elementos con significado simbólico. Así como hay que saber las aplicaciones de los aceites, las hierbas, las piedras, las velas y los inciensos.
Hay que reconocer que existen creencias simbólicas que se han mantenido a lo largo del tiempo porque con la experimentación ha quedado demostrado su poder, ni más ni menos que por ello. Para llegar a lograr un hechizo o ritual, hay que saber lo que se está haciendo, es por este motivo, que siempre os digo, que es debéis dejar asesorar por la persona que os está vendiendo el ritual, tanto al principio como al final del ritual.
Para tener fuerza para realizar un ritual, hay que adquirir ciertas habilidades de concentración y conocer la tradición simbólica. Nada se presenta de forma aislada sino que hay una interrelación en todo. E insisto con una premisa fundamental, no se puede aplicar algo de lo que no se tiene una creencia verdadera. Sobre todo cuando se habla de algo tan misterioso e inasible como es la magia. Por lo que mis lectores están avisados, si no han hecho las cosas bien después no tienen cabida las quejas.
Lo cierto es que quien llegue a la práctica de los hechizos luego de haber transitado todo un recorrido de aprendizaje, verdaderamente llegará a sorprenderse de sí mismo y de su poder.
Os invito a que os introduzcáis en el mundo del arte y de la ciencia, que ahonda y ejerce una gran atracción en los sentimientos espirituales. Os invito a que os introduzcáis en las múltiples aplicaciones hechiceras, que existen.
Os invito a suspender la incredulidad, para dar lugar a los descubrimientos maravillosos que están encerrados en nuestros propios poderes.
La adivinación o la hechicería vienen desde antaño, como prácticas para conseguir efectos que exceden los poderes naturales que tienen los hombres.
Ya en la cuna de las civilizaciones babilónica y asiria, en la región asiática de la Mesopotamia, así como en la brillante cultura antigua de Egipto (tres
milenios a. de J.C.), se realizaban prácticas por medio de rituales o gestos simbólicos para provocar cambios, de acuerdo a los deseos internos y
externos. Y las deidades nunca estuvieron ausentes, porque allí predominaban los dones sobrenaturales. La literatura egipcia antigua abunda en magos y en hechiceros.
En la Grecia de los viejos tiempos, Tesalia fue la región conocida por célebres brujerías, al amparo de la diosa de los infiernos Hécate. De la tierra griega provienen las pitonisas y los célebres oráculos o respuestas de los dioses.
Con esto estoy queriendo decir que los hombres más primitivos ya se consideraban a expensas de ciertas fuerzas sobrenaturales. Evocaban los
espíritus y practicaban diversos rituales.
Muchas veces se intentó gobernar el mundo por medio de ciertas ceremonias, Súplicas, alabanzas, ofrendas, cánticos de himnos, quema de inciensos.
La magia que opera con las fuerzas inconscientes. Parece que existen fuerzas que todo lo dirigen, que pueden ser aprovechadas por aquellos que sepan
atraerlas con ceremonias y conjuros precisos.
El filósofo griego neoplatónico Jámblico (¿250-330?, de nuestra era) expresaba que un ser humano podría invocar poderes espirituales a través de un ritual, para encontrar una ayuda sobrenatural a sus deseos. “Hay un principio del alma, superior a toda la naturaleza, y por el cual podemos elevarnos por encima del orden y de los sistemas del mundo.
Cuando el alma se separa, entonces, de todas las naturalezas subordinadas, cambia esta vida por otra, y abandona el orden de las cosas para ligarse y
mezclarse a otro”. Lo que aparece relacionado con la mayor parte de los símbolos trascendentes.
Antes los conocimientos se transmitían vía oral, de generación en generación, con la aparición de la imprenta en el siglo XV, comenzaron a circular los
libros.
Desde la alquimia en la época medieval y renacentista, hasta la magia en sus más diversas expresiones, la hechicería fue transcurriendo su existencia a la par del desarrollo de las diferentes culturas del mundo. Con la religión wicca llegó la versión moderna del Grimorio, Grimoire o Libro de las Sombras. Y la brujería resurgió en consonancia con la naturaleza, para entender sus leyes ocultas.
A veces se habla de magia, a veces se habla de brujería, a veces se habla de hechicería… La diferencia básica entre magia y brujería o hechicería, es que la primera suele utilizarse como ilusionismo en escenarios y ante un público, mientras que la segunda se constituye en espacios más privados.
Aquí no estoy hablando de la magia, brujería o hechicería como conjuro para controlar a los demonios. Aquí me estoy refiriendo a la magia,
brujería o hechicería más que nada como una práctica destinada a causar cambios de acuerdo a los deseos. Me estoy refiriendo a una habilidad que está en condiciones de desarrollar la psiquis, el alma, la inteligencia o como se la quiera llamar. Una habilidad para utilizar de manera consciente la energía que la misma persona posee, para conseguir efectos anhelados que de otra manera se le haría muy difícil llegar a obtener.