El agua se caracteriza por ser moldeable. En la naturaleza se encuentra en los mares, océanos, ríos y en los lagos, así como en las corrientes subterráneas. En el cuerpo humano el agua son los distintos fluidos que circulan por nuestro organismo.
Aunque el agua adopte la forma de aquello que la contiene, cuando posee un torrente sus efectos son enormes, dejando una gran huella por donde pasa. Es decir, las experiencias de agua calan muy hondo en la persona. Esto nos sugiere que la flexibilidad del agua es solo aparente, pues aunque inicialmente se adapta, tarde o temprano termina por seguir el rumbo que marca. El agua es además un elemento capaz de conservar la temperatura. En el mar durante el verano, aunque haya caído la noche, se mantiene la temperatura cálida producida por el sol durante el día. En el ser humano el agua sirve para nivelas los extremos de temperatura. Los procesos de reacciones químicas dentro del organismo son facilitados por el elemento agua, la cual posee la capacidad de unir, fundir y mezclar.
Las experiencias de agua en el ser humano, están ligadas al mundo de los efectos, de las emociones, el romanticismo y los cambios de estados anímicos.
La típica variabilidad emotiva de la condición humana se manifiesta varias veces a lo largo de un mes e inclusive durante un mismo día. De repente se produce una elevación del estado anímico: esperanza, confianza y buen humor. Un día o varias horas después surge una sensación de melancolía o de inseguridad. ¿Cuál es el motivos de esta ondulación de los ritmos psíquicos?. No se trata de cambios fortuitos, sino que es nuestro subconsciente que tiene su propio funcionamiento y está constantemente activo, inclusive cuando dormimos. Si nuestra «digestión psíquica» de las percepciones internas y externas es buena, también lo será el equilibrio de nuestro mundo subjetivo.
Otro concepto importante del elemento agua es la protección psíquica que sentimos las personas en cada momento. Si tendemos a buscar excesivamente una seguridad afectiva y amparo, tenderemos a vivir en aislamiento, dificultando nuestra expresión y exteriorización. En cambio, desde el punto de vista armónico el ser de agua tiene tendencia a proteger a sus personas mas allegadas y queridas.
El elemento agua nos desarrollará la inspiración, el cariño, la imaginación, la ayuda psíquica hacia otros, el romanticismo, la fantasía, la comprensión, etc…
Pero cuidado porque también puede causar a nuestra persona sentimientos de hipersensibilidad, una mente subconsciente descontrolada, melancolía, tendencias depresivas, evasión y un desbalance subconsciente.
La música de agua se relaciona con los cuentos infantiles. Estas bonitas historias suelen hablar acerca de la vida cotidiana de alguien, en la que en un momento dado se desarrollan acontecimientos que producen emoción, esperanza y alegría.
Después sobreviene un suceso, problema o crisis que provoca angustia, expectación o miedo y posteriormente sobreviene un desenlace tranquilizador que eleva el ánimo, proyectando paz, armonía y plenitud.
Por tanto, la fantasía, la ilusión, la imaginación y la emoción están ligados al elemento agua.
Es importante que tengamos en cuenta que si los estímulos que recibimos del exterior los asimilamos de manera negativa, susceptible o irritable, nos vamos desprotegiendo ya que nosotros mismos hemos bajado nuestras defensas sutiles.
Debemos aceptar en todo momento nuestro propio yo, tanto con nuestros defectos como con nuestras virtudes. Para ello es necesario que nos encontremos a gusto con nosotros mismos. Es imposible no tener nunca estados emocionales fuertes, pero es esencial que sepamos bajar el ritmo de ansiedad interna rápidamente, haciendo que de nuevo nuestra mente recupere la paz necesaria. Si no lo hacemos así, perderemos energías psico-físicas en una «fuga» continua, lo cual dificultará nuestra creatividad y obstaculizará nuestra serenidad ante la vida y las diferentes pruebas que ésta nos va poniendo en nuestro camino.
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